Ubicado al oeste de la capital, Jaimanitas -al igual que
Cojímar- es también un poblado de pescadores
frecuentado por Ernest Hemingway en la década de
los años 30 del pasado siglo.
Distante a unos 300 metros de la actual Comunidad Turística
que lleva el nombre del célebre escritor estadounidense,
Jaimanitas cobró notoriedad a partir de rumores de
incursiones por mar de contrabandistas de alcoholes y licores,
según investigación de Mario Masvidal Saavedra.
Cuenta el investigador que las visitas, tanto por tierra
como por mar, fueron muy frecuentes por parte de Hemingway,
quien entre otras personas, había conocido allí
a los esposos George Grant y Jane Mason, dueños de
una embarcación de recreo llamada Pelícano
II.
Una de las primeras referencias -y la única explícita-
a Jaimanitas aparece en su pieza teatral La 5ta columna,
publicada en 1938, según cuenta el investigador.
La otra es más bien una sospecha. Se trata del relato
Nadie nunca muere, editado al año siguiente
y para algunos especialistas y estudiosos el escenario del
cuento es la playa de Jaimanitas, más exacto: la
casa donde el héroe se esconde es la mansión
de los Mason en ese poblado, lugar frecuentado de tal manera
por Ernest, hasta el punto de suscitar rumores de un posible
romance suyo con la señora Jane.
Creó lazos de amistad con una familia de origen mayorquín.
Muchas anécdotas quedaron por escribir, sobre todo
aquellas que atesoraba Guillermo Cunill, fallecido hace
algunos años y quien se enorgullecía cuando
contaba a ratos: Yo muchas veces tomé wisky
con Papa. Él y yo éramos iguales:
¡pescadores y de los buenos!
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